miércoles, 22 de junio de 2011

La filosofia y el hombre moderno


La filosofía y el hombre moderno

Uno se embarca hacia tierras lejanas, indaga la naturaleza, ansía el conocimiento de los hombres, inventa seres de ficción, busca a Dios. Después se comprende que el fantasma que se perseguía era Uno Mismo..."[Ernesto Sábato, (1951). Hombres y Engranajes.]


Las operaciones o facultades principales del hombre son el conocimiento, la voluntad y el amor. En el hombre moderno, especialmente en los últimos tres siglos, se ha venido produciendo una parálisis en las dimensiones cognitivas y volitivas al mismo tiempo que la dimensión afectiva ha ocupado un papel sobredimensionado al invadir aspectos propios de las otras dos facultades. No es un error ni una exageración, aunque la generalización siempre lleva algo de error y de exageración, decir que la afectividad es la operación que rige la conducta del hombre presente.
 Es muy seguro que muchos no consideren que el conocimiento humano se haya atrofiado. Ciertamente en el último siglo se han producido avances científicos de tal magnitud que ensombrecen las centurias pasadas. Sin embargo, más allá del conocimiento práctico el pensamiento humano si se ha anquilosado respecto a tiempos anteriores. ¿Desde cuándo se viene produciendo? No es un traspié intelectual situar esta crisis en un momento histórico concreto: el idealismo alemán y, en concreto, entorno a la figura de Hegel. Desde luego el idealismo es el último gran momento del pensamiento, desde entonces no ha habido una apetito intelectual capaz de superar la impronta de Fichte, de Schelling y, sobre todo, de Hegel.
Lo cual no significa que estemos descalificando la Filosofía Moderna, al contrario, hay que reconocer que en los tiempos modernos, el espíritu humano se ha mostrado tremendamente inquieto y dinámico, que se han profundizado muchos temas como el conocimiento, que se ha agudizado el espíritu crítico, que se han hecho esfuerzos colosales por dar respuestas adecuadas a antiguos y nuevos interrogantes.

Sin embargo, el subrayas las nuevas tendencias y los nuevos métodos de la Filosofía Moderna, el registrar una problemática diferente, no debe hacernos pensar que los cambios se hicieron de repente y que se puede poner una muralla divisoria entre el pensamiento medieval y el moderno. Los cambios culturales no suelen sobrevenir tan bruscamente: los estratos de la cultura y del pensar humanos suelen encajar unos con otros y mezclarse entre sí, de ordinario hay que buscar las raíces de los cambio en capas más profundas de lo que parece a primera vista.
Concretamente en el campo de la filosofía podemos afirmar que mucho de la edad moderna se encuentra en la Edad Media, particularmente en la Baja Escolática, en lo nominalistas, en Nicolás de Cusa y aún en Abelardo. De la misma manera, muchos temas básicos de la filosofía medieval reviven en la época moderna. Deberíamos empezar este tratado de Filosofía Moderna con un estudio siquiera somero de la filosofía del Renacimiento: sabemos que este período se caracterizó en todas sus manifestaciones culturales por su afán de regresar a lo antiguo, pero se vuelve a lo antiguo descristianizándolo, haciendo lo contrario de lo que el Edad Media y la Escolática habían realizado.
Pero aunque el Renacimiento produjo notables humanistas, pintores, escultores, arquitectos geniales, hombres que fundaron la física moderna, en filosofía escasean los verdaderos valores; es más bien un período de transición, un pórtico a través del cual penetramos en el pensamiento moderno.
Algunos hombres como Maquiavelo, Giordano Bruño, Francisco Bacon merecerían nuestro interés, pero la falta de tiempo nos obliga a limitarnos a los grandes valores de la filosofía moderna.
Tenemos conciencia en la vida cotidiana, al tomar infinitas decisiones con el pasar de los minutos, que uno de los regalos de mayor valor que se nos ha concedido en la vida, en este mundo que conocemos, es el del libre albedrío; la libertad de voluntad, la capacidad del individuo de elegir una línea de acción, sin verse manejado por influencias externas a su pensamiento.
En este mundo en donde vagan el estigma del sufrimiento y la daga del dolor empujada por la mano del hombre moderno, al hacer mal uso de su libertad, la voluntad del hombre es propia y sólo él se hace responsable de sus actos, Dios no es más que un simple espectador.
Entonces ese hombre obnubilado por las obras malignas, esos individuos que se encuentran en nuestra especie que son capaces de disfrutar con el mal, de obrar de forma egoísta causando dolor y sufrimiento al prójimo con el fin de alcanzar el bien propio o con el fin de conseguir conocimiento. Ese Hombre que pulula en la sociedad moderna, ¿Por qué ese hombre es así?
Podemos tratar de entender el comportamiento del Hombre moderno, por medio del pensamiento de uno de los más grandes intelectuales franceses, Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), quien en su obra El Contrato Social, expone sus reflexiones, las cuales precisan que el "estado natural" del ser humano es bueno. Describe al hombre natural en los términos del "buen salvaje", teoría muy popular que junto con su célebre aserto: "Todo es perfecto al salir de las manos del Creador y todo degenera en manos de los hombres", nos da a entender que el mal no nace, sino que se hace; Que el Hombre moderno al vivir en la sociedad se ve llevado gradualmente a la necesidad de establecer vínculos sociales, saliendo de su "estado natural" en consecuencia "el hombre ha sido corrompido por la sociedad", convirtiéndolo en un ente del mal al tener contacto con ella
Con esta breve cita de Sábato, deja en claro que su tránsito por la literatura y por la vida ha sido una constante búsqueda de sí mismo, un anhelo de encontrarse, de conocerse. En su obra se encuentra plasmado el hombre moderno, el hombre contemporáneo que deseo introducir. Es que en ella se encierra la esencialidad del hombre concreto que él pregona, la constante lucha entre el bien y el mal, los irreducibles espacios de soledad por los que el hombre contemporáneo transita, y la victoria de la esperanza ante la muerte y el mal.
En su novela El Túnel (1948) el personaje principal Juan Pablo Castel es la representación que nos da del hombre moderno llevado hasta los límites, un hombre perdido y solo; "… en todo caso había un sólo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida", con un pensamiento super-racional y misántropo que lo arrastra al final de la novela a la locura y el asesinato.
En síntesis el hombre moderno, la figura humana moderna; es un ser solo, lleno de conflictos internos, concebido por la divinización de la máquina (tecnología) y la razón, junto con la concupiscencia del dinero. La razón viene acompañada por la curiosidad, la avidez por descubrir las leyes de la naturaleza, y la alegría cercana al éxtasis a medida que van siendo reveladas. Esto no es más que la búsqueda del conocimiento por parte del hombre, llegando hasta límites grotescos, arropados por la filosofía de "el fin justifica los medios" de Maquiavelo.
Este hombre vive dentro de una sociedad anárquica, inundada por el racionalismo y el exceso, llena de conflictos morales y éticos, pululante de pugnas por la política y por el poder, es decir, un ambiente duro y abominable.
"El desconcierto y el desamparo del hombre contemporáneo en un universo duro y enigmático. La caída del hombre en una realidad donde la burocracia y el poder han tomado el espacio de la metafísica y de los Dioses. Extraviado en un mundo de túneles y pasillos, atajos y bifurcaciones, entre paisajes turbios y oscuros rincones, el hombre tiembla ante la imposibilidad de toda meta…" [Ernesto Sábato. (1998) Antes del Fin.]
Este hombre conflictivo, que vive dentro de una sociedad aún más conflictiva, ejecuta actos que por lógica llevan una consecuencia. Ahora estas acciones son evaluadas y criticadas, aprobadas o reprobadas por los paradigmas del mundo. Es así como todos y cada uno de nosotros que formamos parte de esta sociedad, conocemos el concepto del Mal en el mundo. Nosotros como hombres, observamos hechos o sucesos, y tenemos la osadía de colocar ese calificativo tan baladí en la actualidad donde a pocos les importa la ética, sobre lo que es "bueno" y lo que es "malo".
Todos los hechos malignos que existen en el mundo son conocidos como el Mal. Pero no sabemos el ¿por qué del Mal?, ni aún menos ¿Quién es el culpable del Mal y del sufrimiento?

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